Trabajar desde casa puede volverse un campo minado legal
Pilita Clark
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Pilita Clark
Hace unos días, una conocida municipalidad de Londres le envió una noticia sorprendente a su personal: se puede fumar en el trabajo. Para ser más precisos, la municipalidad de Hammersmith y Fulham anunció que los empleados podían fumar si estaban trabajando desde casa, como muchos lo han hacen gracias al Covid-19.
Para ser aún más precisos, el consejo envió el mensaje porque quería desmentir los reportajes noticiosos que afirmaban que se les había prohibido a los empleados fumar un cigarro cuando estaban trabajando en sus computadores, incluso si estaban en casa. “Nunca les daríamos instrucciones a la gente sobre fumar en sus propios hogares”, afirmaba el mensaje.
¿Es importante? En un año normal, no. Sin embargo, en el nuevo mundo del trabajo a distancia, de repente se ha vuelto mucho más complicado el tema de qué puede y qué no puede exigir un empleador de su personal.
Las leyes laborales actuales se concibieron en un momento en que el trabajador típico ingresaba al mismo edificio todos los días y regresaba a casa por la noche. Esos tiempos tal vez nunca vuelvan.
Una encuesta de más de 750 empleadores europeos publicada la semana pasada mostró que el 41% de ellos tiene planes para facilitar que el personal siga trabajando de forma remota una vez que las oficinas vuelvan a abrir. Tal vez no les importe un comino si su personal está fumando en casa, pero sí importarán mucho otras cosas, como cuánto trabajo se está haciendo.
Eso ya está generando posibles problemas legales, como descubrí después de hablar con abogados laborales del Reino Unido. Esperaba averiguar más sobre el software de seguimiento -que según algunos informes ha florecido durante la pandemia-, que puede contar cada pulsación de tecla en una computadora portátil de la empresa o tomar capturas de pantalla aleatorias de un monitor. Pero resulta que algunos de los peores problemas son menos de alta tecnología y más de origen humano.
Por ejemplo, en una empresa, el personal en casa recibió instrucciones que los instaban a tener una videoconferencia en curso durante todo el día para que un gerente pudiera ver lo que estaban haciendo y emitir cualquier orden que se le ocurriera, como siempre lo hacía en la oficina.
“Creo que ese nivel de intrusión en el día de trabajo de un empleado remoto es bastante excesivo”, dice Sinead Casey, una abogada laboralista de Linklaters. Las empresas comúnmente tenían algún tipo de monitoreo antes de la pandemia, me dijo, y deben analizar detenidamente si realmente necesitan realizar más monitoreo del personal trabajando desde casa. Eso tiene sentido, aunque no se aplica si trabajas en un piso de transacciones o en una sala de redacción, donde se realizan decisiones minuto a minuto.
Otra gran cuestión legal gira en torno a hasta qué punto una empresa está obligada a proporcionar un escritorio ergonómicamente seguro, un computador decente, banda ancha rápida e incluso calefacción, refrigeración e iluminación. ¿Podrían enfrentar demandas legales por dejar a la deriva a los trabajadores en casa? Potencialmente sí, dice Peter Daly, de Slater y Gordon.
Es posible que un contrato de trabajo no mencione específicamente las cuentas de electricidad o la banda ancha, pero la jurisprudencia implica la obligación de proporcionar un entorno de trabajo adecuado para los empleados, que podría extenderse al pago de estos costos.
Daly dice que está escuchando a “muchísima gente” a quienes les han dicho que trabajen desde casa, pero en su propio computador, una exigencia difícil para quienes tienen un computador portátil viejo que comparten con toda la familia o para los empleados que no tienen un computador en casa.
Sin embargo, esas historias destacan un hecho aún más significativo de la vida laboral actual: el Covid-19 ha inclinado el equilibrio de poder a favor de los empleadores en docenas de industrias. La precaria situación laboral no es propicia para que los trabajadores se enfrenten a una empresa, por atroz que sea.
Y aquellos que deciden luchar enfrentan una larga espera para que su caso se presente en la corte. En el Reino Unido, las reglas de distanciamiento social han contribuido a una acumulación de quejas laborales no presentadas ante la corte que ya habían alcanzado 39 mil en agosto. Si presentas un reclamo hoy, es posible que no se escuche hasta 2022, momento en el cual tu empleador podría haber quebrado.
Esto no se aplica a todos los sectores ni a todas las empresas de todos los países. Pero a medida que aumentan las tasas de infección del coronavirus y se avecina la amenaza de reglas de confinamiento más estrictas, sigue siendo una realidad sombría. Al tomar esto en cuenta, ya sea que estés trabajando en casa o no, me temo que hay muchas razones para al menos pensar en empezar a fumar.